CONSEJOS PRÁCTICOS PARA UN FUTURO EJERCITADO

Después de pasar 4 meses caminando sólo de la cama al trabajo, del trabajo a la escuela y de la escuela a la cama; 2 meses de la cama a la escuela y de la escuela a la cama, y uno más de la cama a la cocina y de regreso… quizá quieras desentumirte un poco, y satures tu horario de clases de ejercicio físico, muy bien, pues aquí tienes unos consejos, basados en mi experiencia, y la de algunos compañeros para tu primer semana de una nueva vida.
Spinning: La noche anterior debes dormir muy bien porque necesitarás ánimos. El día de la clase levántate muy temprano, como quizá necesites una motivación extra, puedes tomarte un litro de infusión de yerba mate, o una taza de café.  Tómalos despacio, porque son líquidos, y no queremos que te den los dolores del caballo, la mula y todos los mamíferos. Si tienes gastritis, quizá el café no sea muy buena idea, y si eres de las personas a las que nada les hace el efecto debido o el café les da sueño… olvídalo… reza y vete caminando a ver si así despiertas.
Ahora, hablemos de la vestimenta, cuando el instructor te pide que lleves ropa cómoda, habla en serio. Es decir, no calzones apretados, de licra o… rotos. No pants a media pompi o que se bajen, sobre todo por si al instructor se le ocurre acomodar el asiento de tu bici mientras tú pedaleas arriba alegremente, no blusas muy cortas, de resorte o que se te suban y por favor ¡No leotardos noventeros entallados de tela brillosa y colores chillantes!, sobre todo si eres hombre, no dejarás a tus compañeros concentrarse, y si ya decidiste usarlos, al menos no los complementes con tu valeriana de nike. Al terminar la clase, te darás cuenta que el spinning no es lo mismo que “hacer bici en la casa” mientras lees Vanidades.
Aeróbics y Kickboxing: Probablemente no sea tan buena idea poner una clase inmediatamente después de la otra, lleva agua. Si eres muy “princesa” como diría mi hermano o princeso, y no quieres que una bola de mameitors te golpee sin compasión, probablemente debas pensar dos o más veces antes de entrar a Kickboxing, si ya lo decidiste, o hiciste que un amigo se inscribiera contigo y no le puedes quedar mal, entonces ya no hay marcha atrás, es mejor que vayas con toda la actitud guerrera. Si no conoces a nadie, la mayoría no parece muy amable y no quieres hacer pareja con el entrenador, elige rápido a alguien que se vea tan torpe y tan tonto como tú para haber entrado a esa clase, así probablemente pasarás toda la clase riéndote de tu falta de condición física mientras haces los ejercicios. Cuando estés haciendo las 300 abdominales y sientas que ya no puedes más, recuerda a Rocky, tampoco fue fácil para él, y si quieres dile a tus compañeros que tarareen la canción para motivarte más. La primera clase, será “ligera”, ya que es la introducción, aunque cuando salgas de ahí probablemente quieras sostenerte del barandal al subir o bajar escaleras.
Yoga: Los maestros de yoga siempre suelen ser amables y relajados, cual hippie en primavera, pero eso no quiere decir que será fácil, si como introducción ella hace una demostración de posiciones extrañas que crees que nunca lograrás hacer, no te desanimes, todos tus compañeros se sienten igual de frustrados.
Si no quieres andar descalzo por ahí compartiendo hongos con los demás o pisando el suelo frío, dile a tu profesor que tienes un problema en los pies y el podólogo te dijo que bajo ninguna circunstancia anduvieras descalzo, o que te dan cólicos con el suelo frío, probablemente te haga comprar unas zapatillas o te deje andar en calcetines, eso sí, llévalos limpios y sin agujeros.
Después de tu primera semana de arduo entrenamiento de introducción, estarás listo para lo que viene, como los grandes guerreros, será mejor que lo estés porque ahora si viene lo bueno, correr por toda la avenida, sudar, etc. Verás que es cierto eso de que empezar a hacer ejercicio cambia tus hábitos de vida, ahora estás condenado a llevar una vida sana, dormir bien, comer bien, dejar de fumar para aguantar, no te preocupes, después podrás volver a tus noches de vicio, aunque probablemente, ya no te resulten tan placenteras, te vuelvas adicto al ejercicio y pases las noches del fin de semana en el gimnasio o leyendo revistas de fisicoculturistas y cosas por el estilo.

Quiero llorar...

¿Llorar? Sí... quiero llorar. Y mi único motivo es no tener motivos.
Quiero llorar. Te echo la culpa porque no me llamas, pero en realidad, sólo quiero llorar.
Un día volaré, te veré de lejos, te olvidaré..

Pero ya que hablamos de esto, ¿Porqué no me llamas?

¿Y Porqué me importa?... Si no te quería tanto...
Me propuse, quizá amargamente envejecer contigo, a veces te extrañaba... a veces pensaba en otro... pero no te quería... no tanto.
Y entonces... ¿Porqué me preocupas?.. ¿Porqué no te dejo en paz?... ¿Y Porqué no vienes a calmar mi llanto? Si según tú me quieres tanto...

La hija de Morfeo.

Columna. violencia para todos

Desde un rincón olvidado


Violencia para todos




Cuando me enteré de que debía hacer una columna usando groserías y malas razones pensé: ¡Mierda!, siempre digo malas razones y ahora que me piden que las escriba no tengo inspiración. Pero este mismo día en la noche, una amiga, de esas que son como hermanas, me dio esa inspiración al contarme lo que le pasó hace unos días, cuando regresaba a su casa de unos cursos de la universidad, en la ciudad en donde vive. “Venía de los cursos de la uni, pasé por un túnel, un tipo me agarró y empezó a manosearme, cuando menos lo esperé me tiró al suelo y me azotó la cabeza contra el piso”.

Me sorprendí y me enojé muchísimo, -¡No me jodas!, -le dije- ¡¿Qué más te hizo el maldito?! –No alcanzó a hacerme nada más, me manoseó toda y metió su asquerosa mano en mi boca.

Sentí una impotencia difícil de explicar, y muchas ganas de llorar al imaginarme a mi hermana siendo humillada y golpeada por ese bastardo.

-Ahora cada vez que cierro los ojos veo su cara horrible, quisiera que estuvieras acá, y me dieras uno de esos abrazos locos que das- Y por mis ojos rodaron algunas lágrimas al sentirme lejos de mi amiga y no poderle dar ese abrazo cuando lo necesitaba.

Después de eso, decidí que lo mejor era aprender algo de defensa personal, y cargar mi filero de malandrín por si las dudas. Pero pensé, ¿Qué?, ¿Esa es la mejor solución?, ¿Andar todos armados mientras esos hijos de puta andan por ahí como si nada chingando a quien se pueda? ¿Dónde quedó la libertad de este país? Se perdió hace muchos años…

Si, quizá ni yo le había puesto tanta importancia hasta ahora que le sucedió a mi amiga, pero todos sabemos que existen estas cosas, y nos quedamos cruzados de brazos, viendo cómo joden a otros, y cómo joden a todo el país de paso.

¿Cuántos jóvenes sufren esto frecuentemente?, cuando no se meten con nadie, cuando vienen de sus escuelas. Antes nos decían que era inseguro salir de noche, hoy es inseguro salir, a cualquier hora del día, porque no sabes a qué hora te vas a encontrar a un enfermo que te azote y lo peor, es que ya no puedes contar con que habrá gente en la calle, porque nos hemos vuelto tan indiferentes, tan gallinas, que pasamos al lado de quien está siendo agredido como si fuésemos fantasmas.

Parece que nuestra maldita mediocridad nos ha vuelto idiotas. Pero claro, ¿A qué le tiramos si ya no podemos acudir a nuestras autoridades?, porque aunque mi amiga denunció como muchos otros, sus palabras se pierden entre un montón de papeles y nadie las escucha, en vez de eso, quienes nos deberían defender muchas veces también están para aprovecharse e incluso para azotar al pueblo, como lo hizo ese pendejete con mi amiga. ¿Y qué con el auto cuidado?, si claro, es lo que propone un estado que ha dejado que la barbarie lo domine. Que ha mandado todo a la mierda y que se preocupa sólo por los intereses de sus funcionarios.

El auto cuidado es la única alternativa que nos queda, no podemos ya salir libremente a divertirnos, estudiar o trabajar, siempre alertas, esto se está volviendo una psicosis colectiva y el auto cuidado ya no será suficiente, ¿Ahora qué va a segur?, ¿Cargar todos con un cuerno de chivo para defendernos de los hijoputas en el camino?... Ah, no, por supuesto que no, no está permitido portar ese tipo de armas, para que nuestro país siga siendo tan pacífico como ahora, tan pacífico que ya te azota cualquier cabrón en la calle.

La hija de Morfeo

(María Guadalupe Bilbao Soto, 2° Sem. LCI)

Barberio deja de soñar


Esta historia es otro trabajo escolar, para la clase de redacción, lo pensaba subir pero no sabía que tenía que hacerlo… jeje… por eso es que lo subo hasta ahora. Espero que les guste


Barberio estaba bien, pese al plomazo. Bueno, sentía chistoso el pecho al respirar profundo y su rodilla era un asco, pero ya antes lo habían perforado y aún vivía para contarlo. Por ahora era libre, con eso bastaba. No lo encerrarían de nuevo, se juró en silencio, si tenía tan mala suerte y lo habían seguido hasta aquí, se metería el revólver en la boca y jalaría el gatillo. No volvería a una celda, al menos no con la tapa de los sesos puesta. Al cruzar la ventana, cayó en el interior de la vieja bodega.

I

Tiempo atrás, Barberio había sido un idealista. En el desierto, el idealismo se lleva en la sangre, o estás de un lado, o estás del otro. Barberio se había ido de pueblo en pueblo con su violín, saltando entre historias de todo tipo, rompiendo los esquemas de comportamiento. Muchos podrían haber opinado que era un chico sin moral, pero simplemente tenía otro concepto de ésta. Era el alma más buena que pudo haber existido por aquellos rumbos. Pero nadie pudo entenderlo, nadie excepto Maclovia. Ella era otra alma desolada, y totalmente compleja, disfrazada de una libre y sencilla campirana.
Barberio y Maclovia se conocieron una tarde en la cantina del pueblo, cuando ella iba a buscar a su tío. A el le pareció totalmente extraño y encantador ver a la valiente chiquilla en ese lugar. Ella no le tomó importancia y sacó a su tío a rastras del sitio. El chico la siguió sin que ella se diera cuenta, y descubrió su pequeña casa cerca del molino. Después de eso se le podía ver merodeando por aquel lugar, hasta que ella lo descubrió, y decidió darle una lección al "fisgón" ese, un día cuando salió a hacer los mandados de la casa, notó que nuevamente alguien la seguía, se detuvo, dio media vuelta y dijo: Así que me quieres conocer ¿No?- el se quedó perplejo y asintió con la cabeza.-Bien, entonces sígueme, te llevaré a mi lugar favorito-. El la siguió sin dudarlo, hasta que llegaron a un estanque totalmente sucio.- ¿Este es tu lugar favorito?- Si- ¿Pero porqué?, es horrible, y sucio. –Si, por eso me gusta, es perfecto para enseñar a los vándalos a no molestarme-. Y lo empujó al agua sucia. La chica se sorprendió totalmente al ver la carcajada con que Barberio reaccionó a su agresividad, lo que le pareció bastante interesante. Y así inició lo que sería una extraña y emocionante amistad, que rayaría en el romance, y que pocas personas entenderían.
Barberio era para Maclovia, ese amigo del que quizá estaba enamorada, con el que nunca se casaría, al menos no por esos tiempos, al que nunca le diría nada para no arruinar su amistad, y porque sabía que no tomaría nada en serio; pero al que quizá algún día besaría sin explicaciones, con el más sincero, hermoso y salvaje de los besos. También, a veces, era ese "enemigo" al que siempre quería tener cerca pero del que siempre se estaba cuidando.
Maclovia era para Barberio, esa chica que tal vez algún día, sería la madre de sus hijos, a la que dedicaría su música por siempre, pero también, era esa loca que se esmeraba por hacer su vida más difícil. Sólo ellos podían entender su relación, en la que las palabras de amor jamás se decían de manera clara, pero ellos podían entenderlas perfectamente.
Y pasaban las tardes sentados a la puerta de la casa de Maclovia, mientras él tocaba el violín para ella, y hablaban de sueños y del mundo, de las injusticias, de lo que harían cuando se fueran lejos.
Hasta que un día, Barberio descubrió lo que el tío de la chica planeaba hacer con ella. La había apostado, como si fuera un objeto, en un juego de cantina. A el realmente no le importaba Maclovia, simplemente era una sirvienta y una boca más que alimentar. Barberio no había llevado nunca una buena relación con el tío de Maclovia, pero esto era algo que definitivamente no permitiría. Corrió a donde la chica se encontraba, le contó lo que pasaba, y ella no le creyó, pensó que era otra de las bromas de su amigo, motivada por el odio que éste le tenía a su tío. El trató de convencerla hasta que ella se enfadó de verdad. Ella entró a la casa, escuchando las palabras que su amigo le decía: Estaré aquí toda la noche, esperaré por si decides creerme.
Barberio pasó la noche despierto entre los arbustos, hasta que escuchó llegar al tío de Maclovia. Éste entró en la casa, y comenzó a gritar, empacó algunas cosas de la muchacha y la jaló del brazo. Fue entonces cuando ella se dio cuenta de que Barberio decía la verdad, trató de pensar rápido, se soltó de un tirón del brazo de su tío, tomó el revolver que había dejado éste sobre la cama y salió corriendo como pudo. El la recibió y comenzaron a correr en medio de la noche. Esa fue la primera vez que Barberio sintió la enloquecedora sed de libertad.

II




El tipo, al que el tío de Maclovia la había apostado, no era un hombre demasiado poderoso, pero si peligroso. Se refugiaron en una pequeña posada, que encontraron después de un rato. Estaban asustados, pero no regresarían. La mujer de la posada, conmovida por los muchachos, decidió darles alojo por una noche. Querían ser positivos, pero sentían que ya no quedaba mucho tiempo para estar juntos, así que esa noche, ella le dio el beso que alguna vez había pensado y se despidieron en silencio, tomados de la mano.
Al amanecer, ella le entregó el revolver a Barberio, mintió diciendo que no sabía usarlo, pero en realidad, le estaba dando el último adiós, quería que el huyera y se defendiera.
Cuando escapaban, Eleazar, el hombre de la apuesta, los vio, siempre le había gustado Maclovia, así que dominado por la ira, comenzó a disparar. Dándole a Barberio en una costilla y a Maclovia justo en la cabeza. Ella murió por supuesto, Eleazar, huyó al ver que había matado a la chica. El chico tomó como pudo el cuerpo de ésta para llevarlo a un lugar más o menos digno para enterrarla, sus escasas fuerzas no le permitieron hacerlo, así que dejó el cuerpo y cortó una flor para ella, la puso sobre su pecho y se fue entre lágrimas en busca de ayuda. Se alejó, pero no llegó a ningún lugar. Creyó que moriría y deseó haberse quedado junto al cuerpo de Maclovia, sus ojos se cerraron, se quedó tendido en el suelo.
Despertó en otro lugar, con algunas vendas en el cuerpo. Cuando pudo ponerse en pie, lo llevaron a una celda fría y sucia, que sería su nuevo "hogar", todo el mundo le dio la espalda, todos lo acusaron –"¡Siempre fue un vago, un delincuente!, ¡Asesino!"-decían. No entendía porqué. Después lo supo todo, las autoridades no podían dejar impune al culpable de la muerte de la joven, así que al no encontrar a Eleazar, se inventaron otro culpable, para no despertar la furia del pueblo.

III

…¡Libre! ¡Libre! Libre! Se gritaba en la mente, mientras comenzaba a sentir dolor por la herida. Nunca había sido tan libre como ahora, o tal vez nunca había extrañado tanto la libertad. Arrancó un pedazo de su camisa, lo amarró a la herida y se quedó tirado en el piso de la polvorienta bodega hasta que aparecieron los primeros rayos de sol que le gritaban aun más fuerte que podía hacer lo que le viniera en gana. Se puso en pie como pudo, lo habría hecho de un salto si su rodilla lo hubiera permitido, pero en fin, lo importante era levantarse.
Tomó el revolver, el único recuerdo que tenía de Maclovia, lo había escondido y cuidado más que a cualquier otra cosa durante su dura estancia en la cárcel. Aun seguía preguntándose como había sido posible que nadie se diera cuenta de que lo llevaba, cuando lo recogieron aquel día en el desierto.
Si no lograba escapar, se iría con su Maclovia, y el regalo que ésta le había dado sería su medio para llegar a ella. Durante la noche había decidido lo que haría: Haría pagar a quien le había robado la vida. Antes había querido cambiar al mundo y comérselo a rebanadas. Ahora, que el mundo lo había cambiado, no le importaba que también se lo comiera de un solo bocado. Salió de la bodega, con la fija imagen de Eleazar taladrando su cabeza, y fue enloquecido en busca de su venganza.


María Guadalupe Bilbao Soto. Lic. En Comunicación e información (LCI) U.A.A. 1° Semetre